El mundo que conocemos está
cambiado a una velocidad vertiginosa, las nuevas tecnologías crecen de forma
casi exponencial, los avances se suceden a tal ritmo que apenas tenemos tiempo de
pensar y mucho menos de investigar o analizar mínimamente que de bueno traen
consigo algunos de los últimos avances aplicados a la educación, algunos de
ellos insertados casi por imperativo incluso antes de haber desarrollado las didácticas
necesarias para trabajar con ciertas garantías de éxito.
Partiendo
desde una visión crítica que nos sirva de partida para estar muy atentos a la
aplicación las nuevas tecnologías, estamos obligados a incorporar éstos avances
en nuestras aulas, debemos por lo tanto de desarrollar un modelo de docente con
una visión global, abierto al mundo, capaz de asumir riesgos intelectuales. Para
ello, es necesaria una buena formación,
que le permita comunicarse independientemente del medio que utilice y
donde la raíz de su potencial resida actitud positiva hacia la investigación y
aplicación de las nuevas formas de comunicación. Dado que no tenemos tiempo de
desarrollar un análisis profundo de los medios a incorporar, nuestros avances
se debe de producir en una espiral de investigación-acción que permita
continuamente evaluar los materiales e ir incorporando las modificaciones y
mejoras necesarias.
Las
nuevas tecnologías exigen lo mejor de los docentes, crear un nuevo material lleva consigo una
gran inversión de tiempo y de medios, lejos está la antigua creencia de que las
nuevas tecnologías nos ahorran tiempo, a cambio podemos hablar de que bien
implementadas son capaces de mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje, y
ésta realidad justifica plenamente el tiempo invertido.
Por
lo tanto podemos concluir que sabiendo que las nuevas tecnologías están siendo incorporadas a nuestras vidas, las escuelas no
pueden quedarse al margen de esta realidad, exigiendo un gran esfuerzo por
parte de todos, administración, centros, profesorado y alumnos, que deben
caminar de la mano en un mundo en constante evolución.
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